Hemos
descubierto en la biblioteca otro libro precioso que quería
recomendaros. Se llama “La caja de los recuerdos”.
Autora
del texto: Anna Castagnoli
Ilustraciones:
Isabelle Arsenault
Editorial
OQO
Edad:
a partir de 2 años
ISBN:
978-84-9871-077-9
Erase
una vez una caja con una estrella rota, no valía gran cosa. Así
empieza el cuento que a nosotras nos transmite la sensación de paz y
armonía. Un libro que hace reflexionar sobre el valor que damos a
las cosas. Las cosas que en principio no valen nada, pero nosotros le
empezamos a atribuir un valor sentimental. Igual que la niña
protagonista, que a lo largo del tiempo ha ido guardando sus pequeños
tesoros en su caja de los recuerdos heredada de su madre y hasta ha
puesto nombres a las pierdas que cogió de la playa, cuidaba su
pajarito de lana, dándole migas de pan.
A
la protagonista le hacía gracia pensar que la caja la había creado
ella, como una ostra crea a una perla. La niña comprendió que
dejando marchar esas cosas, dejamos más sitio a la imaginación.
Justo de la imaginación y la abundancia de cosas he hablado en mi
otro artículo: La
generación de los niños sin jugar.
Contando
en primera persona, nos hace entrar en su maravilloso mundo infantil
y nos ponemos en su piel para entender sus pensamientos; haciéndonos
partícipes de su evolución y de su generosidad. La autora Anna
Castagnoli usa poesía en prosa, que tiene un ritmo mecedor y para mi
hija Leire de cuatro años le funcionaba con un elixir para concebir
dulces sueños.
Mientras
yo me quedo leyendo sola el libro, pensando sobre el simbolismo que
hay en él, estudiando las ilustraciones tan curiosas que tiene de
Isabelle Arsenault, la ilustradora infantil canadiense galardonada
con varios reconocimientos y premios.
Sus
ilustraciones combinan varias técnicas como acuarela, rotuladores y
collage que combina perfectamente con la naturaleza del texto. Los
dibujos van cambiando de un estilo más realista en el principio y
cambiando cada vez a más abstracto, mientras la niña se va dejando
marchar sus tesoros.
Hay
un mensaje muy profundo en este libro: la energía nunca se pierde,
sino se transforma, que me recuerda a una ley de física, pero
también vale para la energía emocional, diciéndonos que siendo
generosos y dejando marchar las cosas, se transforma en más
espiritualidad, esa energía que nos retorna algún día en forma de
algo agradable. Nada o nadie nos pertenece ni dura para siempre, hay
que dejar ir.
Mientras
que para al pequeño lector le ayuda por ejemplo entender que es hora
de dejar su “mantita” o el chupete, o consolarle porque se le ha
perdido su peluche favorito.
El
libro termina con una sorpresa, os dejo con ganas de descubrirlo.
Ahora
que por las circunstancias debemos quedar en casa por mucho tiempo,
esta lectura es ideal para pasar el rato leyendo con tu peque y
pensar y valorar las cosas desde un nuevo ángulo.
Nada
me haría más feliz que leer vuestros comentarios. ¿Que tal lo
lleváis con vuestros peques en casa?
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